The Good Wife, donde todo no es éxito o fracaso

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Hasta el pasado año, The Good Wife había sido una serie en la que cada temporada siempre había sido superada por su siguiente. Empezó como una serie muy convencional en su primer año, consolidándose en calidad en su segundo. Su tercera temporada fue donde la serie se convertiría en algo más que un mero procedimental y su cuarta temporada donde nos convencería que era lo mejor que había en activo en la televisión. Obviamente la quinta temporada fue la que la llevaría al cielo televisivo, a ese Valhalla en el que solo las series que firman una campaña perfecta tienen permitido la entrada.

Pero la gran pregunta era hasta dónde podía llegar, si era capaz de superar la perfección que otorgó a los espectadores el pasado año. No ha sido así, en esta sexta temporada hemos visto por primera vez cómo The Good Wife daba un paso atrás con respecto a lo mostrado. No solo un paso atrás, sino que hemos presenciado la primera vez que una temporada fracasa conceptualmente, algo que no conocíamos en la serie desde que se nos intentara introducir la trama del marido de Kalinda Sharma. Y esta vez ha afectado al corazón mismo de la serie, a su protagonista y a su desarrollo principal.

Algo que de alguna forma ejemplifica su season finale, de la que hablamos a continuación con spoilers.

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Nosotros siempre defenderemos The Good Wife e incluso defendemos un gran número de episodios y personajes de esta sexta temporada, pero como siempre solemos decir en estos casos, al alumno más aventajado de la clase es al que siempre le tienes que exigir más. Y que una serie como la de CBS te de menos que la perfección tras haberte mostrado de primera mano que es capaz de dártela en dosis de veintidós episodios, duele mucho más que si una serie mediocre te da una temporada aborrecible. Lo esperábamos todo y solo conseguimos una parte, no nos sentimos estafados como algunos pero si desilusionados.

Quizá todo se decantara hacia este sentimiento de desilusión en el momento en el que nos dimos cuenta de que la trama de las elecciones en las que participaba Alicia Florrick no iba a llegar a ninguna parte. La serie no rompería el status quo una vez más por arriba, sino por abajo, el desarrollo al que se estaba sometiendo al personaje no se iba a traducir en un desarrollo argumental sino en una vuelta al punto de partida. Por eso esta season finale nos sabe a tan poco, porque hace unos cinco episodios o más que la hemos adivinado, porque no se corresponde con esa línea de crecimiento continuo que tuvimos hasta que llegara Ron Rifkin como invitado.

De la misma forma, también es decepcionante que Alicia Florrick no acabe teniendo a Finn Polmar ni como interés romántico ni como asociado laboral. No por esas absurdas pretensiones que tienen algunos espectadores de que todas las tramas sigan sus propias expectativas, sino porque hemos llegado a un punto en el que nos preguntamos qué puede aportar el personaje de Matthew Goode a la serie y para qué ha sido introducido en esta si no es para cumplir ninguno de esos dos roles. Este final de temporada le ha situado en una tierra de nadie de la que no sabemos como saldrá justificando su presencia en la serie como regular.

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No es la primera vez que The Good Wife fracasa a la hora de introducir personajes recurrentes que luego tienen que desaparecer por la puerta de atrás, toda esta temporada nos hemos estado preguntando qué ha pasado con la investigadora Robyn que parece que no ha sido informada del enésimo cambio de oficinas así como de otra larga lista de personajes, pero si que sería la primera vez que la veríamos fracasar con un principal. Al menos que la viéramos reconocer el fracaso, porque con el personaje de Archie Panjabi hemos tenido que aguantar sus tramas fuera de sitio hasta que la propia actriz se diera cuenta de que ya no tenía lugar en la serie.

Seguimos sin conocer qué llegó a suceder entre esta y la protagonista Julianna Margulies para que no compartan escena desde hace más de lo que nuestra memoria televisiva cortoplacista nos permite recordar, pero si que sabemos que esta despedida llega muy tarde. Una que arrastró al personaje de Lemond Bishop consigo y que llevó a que la presencia de Kalinda en los episodios fuese algo más impuesto por contrato que por necesidad de la serie. Una que nos dio esa última bochornosa escena en el bar entre ambas con unos trucos CGI y de cámara bastante burdos que nadie se creyó, suspendiendo así primero de Orphan Black.

Qué necesidad había de ofrecernos esa despedida falsa entre ambos personajes si no había la posibilidad real de ofrecerla. The Good Wife ha subestimado aquí poderosamente a un espectador de su serie ya experimentado y conocedor de las circunstancias de su producción, que jamás se iba a creer lo que le estaba ofreciendo y que iba a aprovechar la mínima ocasión para destacar dónde se le veían las costuras a la serie. Pues aquí se le han visto las costuras, la máquina de cosas y hasta a la costurera silbando una tonada. Lo que consiguieron con una precisión milimétrica en la despedida de Josh Charles aquí se les ha ido el tiro muy desviado.

Sirva la séptima temporada para desfacer el entuerto de la sexta y darnos más Michael J. Fox.

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